Cuando a mi mente vienen los recuerdos de la cocina de mi madre; en días especiales como la navidad los pasteles y el arroz con gandules, los procesos que ella rigurosamente disponía para su comodidad y para aligerar el trabajo, viene a mi recuerdo el plato de Achiote dispuesto en la mesa al momento de comenzar las labores. Es que mi madre es y ha sido toda su vida muy limpia y organizada, todo tenía que estar a la mano disponible y estrictamente colocado antes de comenzar las faenas de la cocina. Y siempre entre sus cositas perfectamente puestas en la mesa se encontraba ese platito de rojo brillante que llamaba enormemente mi atención y el que estaba terminantemente prohibido tocar, cosa que hoy entiendo. Por que con eso evitada el tener que pasar horas limpiando la tinta, la grasa y el reguero de el achiote desparramado. Nos contaba que en tiempo de su abuela se usaba de colorete, historia que despertaba nuestra curiosidad y no les voy a negar que tentada con sus historias me llegue a untar de un palo de achiote que crecía en un terreno baldío al lado de nuestra casa. Hoy la historia es diferente, ella se ha modernizado y no lo usa tanto, solo para los pasteles que hacemos juntas. Y cuando de visita en casa está y ve que voy a preparar un "arroz colorao" me dice- Huyyyyyyyy Sandra y todavía tu usas achiote???- Nada que los tiempos han cambiado, que ahora soy yo quién lo usa. Pero no les voy a negar que en el diario vivir de la semana se salta a la olla un sobre de sazón con achiote de vez en cuando. Solo espero que no perdamos la tradición de nuestras madres y nuestras abuelas de tener en la alacena un pote del apreciado achiote. Por que eso si te lo aseguro ni el brillo, ni el color ni el sabor es igual sin achiote.
1 taza de achiote
1 1/2 taza de aceite
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